domingo, 16 de diciembre de 2007

LA LEY DEL AMOR

El mandamiento que resume todos los otros mandamientos es: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y a tu projimo como a ti mismo” (Mateo 22: 37 - 39). Este es el resumen del la ley del amor de Dios.
Debemos amar a Dios por sobre todas las cosas, con toda nuestra alma, con toda nuestra mente, con todas nuestras fuerzas.
Nuestro amor a Dios debe ser manifestado de diversas formas, pero principalmente, la Biblia dice que si le amamos, debemos guardar sus mandamientos, es decir, en este caso, el amor profesado a Dios está en estrecha relación con la Obediencia a Su Palabra (Juan 14:15).
La Palabra “amor” que aparece en nuestra Biblia, es el concepto que se usa en todas las ocasiones en que aparecen términos semejantes a la caridad, debido a que el griego es mucho más rico en vocablos que el español, los variados términos que denotaban esta expresión fueron simplemente traducidos al español como “amor”.
Pero en el griego existe más de una palabra para explicar este concepto, entre ellas, las más reconocidas son:
AMOR EROS = amor egoísta, más conocido como lujuria. Este amor dice: “Dame”
AMOR FILEOS = amor filial, amor condicional. Este amor sostiene: “Si tu me das, yo te doy”.
AMOR AGAPE= amor incondicional, amor de Dios. Este amor declara: “Me doy”.

El amor que Dios nos muestra como el camino más excelente es el amor Agape. El desea que amemos como El ama.
Algunos aspectos de este amor:
1 Corintios 13
El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece, no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad.
Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser.

Este amor es capaz de darse a si mismo por el ser amado, de renunciar a todos sus derechos, de entregar si fuera necesario, aún la propia vida. Es un amor de renuncia, un amor sin prejuicios, sin exigencias.
¿Estamos amando así?

AMARME A MI MISMO
La Biblia declara que debemos amar al prójimo como a nosotros mismos. Pero ¿realmente nos amamos a nosotros mismos? ¿Qué significa amarse a si mismo? Amarse a uno mismo, implica aceptarse tal como uno es, aceptar tanto los defectos como las virtudes, aceptarnos y valorarnos como creación de Dios, entendiendo que cada parte de nuestro ser es parte del plan de Dios, y que cada característica nuestra es parte del todo que conformamos.
Cuando no nos amamos a nosotros mismos, comienza a manifestarse un problema denominado “baja autoestima”, que se manifiesta a través de varios síntomas que muestran que la persona no se valora a sí misma y no se acepta tal como es.
El rechazo a uno mismo puede venir en distintas áreas, como por ejemplo: el aspecto físico o ciertos rasgos de nuestra personalidad.
La persona que se auto-rechaza vive pensando en cambiar aquellas cosas que no acepta de si misma, como por ejemplo: desea cambiar una parte de su cuerpo porque no le gusta.
La falta de amor hacia uno mismo tiene varias implicancias, primero que todo, el no aceptarnos tal como somos, significa rechazar el plan perfecto de Dios para nuestras vidas. En pocas palabras, al declarar que no nos amamos, estamos diciendo que Dios se equivocó con nosotros, que algo falló y que somos lo que somos debido a un error.
El salmo 139 describe en forma fascinante el rol creador de Dios en el vientre de nuestra madre para formar cada una de nuestras características. El se presenta como el gestor de nuestras vidas y participante activo en el proceso de formación en el vientre de nuestra madre.

Mucho se ha dicho y escrito sobre el amor, pero sin duda, debemos reconocer que el amor es una virtud que Dios nos insta a cultivar en nuestro ser, que implica algo más que sentimiento. Si bien es cierto el amor implica sentimientos, sensaciones agradables de sentir por otro, también la Biblia nos presenta el amor como una decisión pensada de aceptar al otro tal como es.
Al amar, escogemos aceptar al otro ser como un ser creado por Dios, y reconocemos la mano de Dios sobre aquella persona.
En 1a Juan 4:20 dice que no podemos amar a Dios y aborrecer al hermano. Si no somos capaces de amar a nuestro pójimo a quien hemos visto, ¿cómo podremos amar a Dios a quien no hemos visto? Culmina el versículo 21 diciendo, el que ama a Dios, ame también a su hermano.

La Biblia nos pone como condicionante el amarnos a nosotros mismos primeramente, para poder amar verdaderamente a nuestro prójimo. Si no nos aceptamos a nosotros mismos como criaturas perfectas de Dios y reconocemos su rol creador sobre nuestras vidas hallándole propósito, será muy difícil ver al hermano, como tal.

AMAR AL PROJIMO
En segundo lugar, se nos plantea el amar a nuestro prójimo, y en este aspecto, varios textos nos demuestran que lo que Dios desea es que amemos:
· A los que nos aman (Mateo 5:46)
· A los que no nos aman
· A los que nos odian (Mateo 5:44)

Con respecto a los que nos aman, ni siquiera es necesario forzar la condición, porque cuando somos amados, tendemos a responder positivamente a ese amor entregando amor. Pero el problema comienza cuaodo debemos comeozar a amar a aquellos que no nos aman.
La Biblia dice que no hay mérito en amar a los que nos aman, que lo complicado es amar a los que no nos aman, o aún a los que son nuestros enemigos, es decir, que nos desean o que nos están haciendo un mal.

Cuando se refiere a nuestros enemigos, la Biblia cita: “Amad a vuestros enemigos; bendecid a los que os maldicen”. Es un imperativo, no está condicionado a nuestros sentimientos. Pero entonces ¿es posible amar a nuestros enemigos? La Palabra de Dios dice que sus mandamientos no son gravosos (1a Juan 5:3), es decir, no son difíciles o imposibles de cumplir. Por lo tanto, es posible amar a los que nos desean mal o nos han hecho daño.
Amar al enemigo no sigoifica tener sentimientos favorables hacia esa persona, sino que significa escoger aceptar a esa persona como un ser creado por Dios que necesita de El. En la parte final del texto, Jesús también nos insta a orar por aquellos que nos desea o nos hacen mal. Esto es amor agape, el amor completo y perfecto de Dios.

VÍA DEL AMOR PARA RESOLUCION DE PROBLEMAS DE RELACIONES HUMANAS

En este punto, debemos examinar los caminos que Dios nos dejó para solucionar los problemas humanos. Nuestro Creador sabía que ibamos a tener problemas en las relaciones interpersonales, y que esos roces iban a producir heridas en los corazones humanos y distanciamiento. Para solucionar esos problemas humanos de relaciones interpersonales, Dios nos dejó el camino trazado para recorrer en la resolución de estos problemas. La vía del amor le hemos llamado, pues este camino nos conduce a la restauración del amor entre hermanos, personas unidas por lazos fraternos, de amor, etc.
Esta vía involucra tanto el perdón como la restitución.

PERDÓN
Perdonar es traspasar el derecho de venganza a Dios. Es liberar al que tenemos cautivo en la cárcel de nuestro corazón.
Mateo 18: 23-35
Aspectos relevantes sobre el perdón:
· La falta de perdón trae opresión demoníaca, manteniéndonos atados a la persona que no hemos perdonado.
· La falta de perdón os impide recibir el perdón de Dios; lo que puede implicar que constantemente estemos recordando nuestras propias faltas (culpabilidad - Hebreos 12:15).
· La falta de perdón, puede producir problemas físicos, enfermedades tales como artritis, úlceras, dolores de cabeza, etc.
· El primer nivel de falta de perdón es el resentimiento. En este nivel, la relación con la persona ofensora se resiente, pero a pesar de la ofensa la relación continúa, afectando en algunas áreas o por un breve tiempo ( se da mucho entre parejas, parientes, etc). En resumen, en este caso, las emociones están afectadas, pero la herida es superficial, a nivel interoo.
· El segundo nivel de falta de perdón es el reocor. En este nivel la persona se aleja del ofendido, cambiando su actitud hacia la persona que le ofendió.
Puede tornarse hostil, indiferente o simplemente alejarse definitivamente. En resumen, ahora la herida ha afectado la relación realizando cambios.El tercer y último nivel de falta de perdón es la amargura. En este nivel, la persona no sólo se aleja, pero tiende a sentirse tan mal por la herida que su dolor y su mala sensación trasciende hacia fuera afectando no sólo su actitud hacia esa persona, sino también predisponiendo a otros en contra de esa persona. Este nivel está muy cerca del odio y la venganza. La persona comienza a tener pensamientos de venganza en contra del que le ofendió y de alguna manera se desquita contandole a otros lo que la persona le hizo.

· Sabemos que hemos perdooado cuando tenemos hacia la persona la misma actitud que teníamos antes de que oos ofendiera (ojo: esto no implica que en todos los casos de perdón llegaremos a tener la misma relación que existía antes de la ofensa).
· La Biblia es clara cuando dice que debemos perdonar a nuestros prójimo todas las veces que fuere necesario, aún en la misma ofensa.
· Cuando no hemos perdonado de corazón como dice la Biblia, si volvemos a ser ofendidos por la misma persona en un asunto similar, la tendencia será cobrarle la ofensa actual y la pasada, agravando la falta. Esto puede reflejar problemas para perdonar, y debemos pedirle a Dios que escudriñe nuestro corazón para saber si efectivamente hemos perdonado de corazón.
· El principio del perdón no sólo se aplica a las situaciones en que las personas nos pidan perdón. La mayoría de las veces tendremos que perdonar sin que la persona oos pida perdón, y sin haber visto en la persona algún signo de arrepentimiento.
· Debemos también perdonarnos a nosotros mismos, pues muchas veces, a pesar de haber sido perdonados por Dios con respecto a los pecados y errores cometidos, nosotros no nos hemos liberado por el error cometido y nos mantenemos atados en nuestro corazón.

En el proceso de quiebre de las relaciones, podemos llegar a ser tanto los ofendidos como los ofensores. En este último caso, Dios también nos ha mostrado un camino para la restauración de relaciones interpersonales cuando hayamos afectado a alguien con nuestro pecado.


RESTITUCION

En este proceso, pedimos perdón a los que hemos odendido, asumiendo con humildad nuestra parte del error y buscando restaurar lo que hemos afectado en la vida de la persona que hemos herido.
Mateo 5: 21-26
· La ofensa contra el hermano por más pequeña que nos parezca (necio), constituye pecado delante de Dios por lo que debe ser tomado con seriedad.
· Afecta nuestra relación íntima con Dios. Por eso se nos recomienda ir antes de presentarnos ante Dios a arreglar nuestros asuntos con el ofendido.
· Si no lo hacemos, dejándolo pasar, nos exponemos a que nuestro enemigo nos coloque en la cárcel (figura anterior del perdón) acarreando maldición para ambos.

Aspectos sobre la restitución:
· No siempre la restitución implica acciones de restauración de cosas concretas; pero en casos específicos Dios nos puede guiar a restituir objetos o cosas que hayan sido robadas o rotas.
· En ocasiones, Dios nos llevará a pedir perdón por los dichos de nuestra boca: palabras sin sabiduría, ofensas, griterías, murmuraciones contra líderes, etc.
· En otras, nos llevará a restaurar por actitudes equivocadas que hayan herido a otros: orgullo, envidia, competencia desleal, traición, mentira, falta de amor, egoísmo, etc.
· Para que haya restitución tiene que haber una actitud de humildad en nuestro corazón para reconocer el error y acercarnos al ofendido reconociendo nuestra parte.
· No siempre el ofendido aceptará nuestra petición de perdón con buena actitud. Puede que no lo entienda o nos mal interprete, pero debemos hacer nuestra parte y no dejar que eso nos haga sentir heridos y guardar rencor en el corazón.
· Referente a situaciones de líos amorosos no resueltos, heridas de relaciones pasadas, etc, no se recomienda la restitución, ni en casos de problemas o pensamientos impuros. En ese caso, sólo es necesario confesar a Dios y dejar que El haga la obra, pues el acercamiento a un “antiguo amor” puede ser una brecha abierta para re-abrir una relación que no debería entablarse.La restitución es la manera que Dios nos muestra para resolver los conflictos interpersonales y salvar las relaciones de los quiebres; pero es necesario la disciplina y la obediencia al Espíritu Santo para que los procesos se concreten, pues muchas veces no tendremos “ganas” de hacerlo.

1 comentario:

Ketty Bozán Zamora dijo...

Muy dificil de plantear es este tema... el amor!, para mi especialmente el amarse a si mismo, porque, tomo muy en cuenta el amar al projimo, olvidando que debo amarme a mi tambien, y que soy creación de Dios, algo que debor agradecer, valorar y sobre todo amar...

Estoy trabajando para un estudio biblico con mis amigas y debo agradecir por este ensayo sobre " La ley del amor" porque me ayudo mucho para entender bien el tema del amor propio que muchas veces olvidamos y no comprendemos bien.